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CÓMO COMBATIR LA DESHIDRATACIÓN

El agua es nuestro principal nutriente y también el más importante. Es vital tanto para el funcionamiento de los órganos como para la digestión. Constituye aproximadamente dos tercios (hasta el 60%) del peso de una persona y sólo se necesita una disminución del 1 al 2% de ese porcentaje para causar la deshidratación.

Aunque no existe una definición absoluta, la deshidratación se define normalmente como la desaparición de líquido corporal debido a la pérdida de fluidos, disminución de la ingesta de líquidos o una combinación de ambos.

La deshidratación es la causa fundamental de la mayoría de trastornos que implica: estreñimiento, caídas, infecciones del tracto urinario, úlceras de decúbito, desnutrición, incontinencia y confusión. La deshidratación también puede llevar a sufrir una enfermedad mortal, como una lesión renal aguda, enfermedad cardiaca y una tromboembolia venosa.

Depende de la relación entre la pérdida de sodio y agua, la deshidratación puede distinguirse como isotónica(pérdida igual de sodio y agua, por ejemplo, la diarrea), hipertónica (exceso de pérdida de agua en comparación con el sodio, un ejemplo es la fiebre) o hipotónica (una excesiva pérdida de sodio frente a la de agua como por ejemplo el uso excesivo de diuréticos) (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, 2010).

Como no existe un solo parámetro de diagnóstico, generalmente se recomienda reconocer un modelo que conste de varios indicadores indicativos de deshidratación. Si sospechas que alguien está deshidratado, busca atención médica inmediata.

Signos de deshidratación:

• Fatiga

• Debilidad

• Pérdida de apetito

•Piel enrojecida

• Boca seca e hinchazón de la lengua,

• Palpitaciones del corazón,

• Confusión y mareos

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Los bebés y los niños son más propensos a la deshidratación que los adultos porque sus cuerpos son más pequeños y tienen una cantidad mayor de agua y electrolitos. Los ancianos, así como aquellos con enfermedades también tienen una probabilidad mayor de deshidratarse.

Los periodos climáticos extremos, como el calor del verano, también aumentan el riesgo de deshidratación. La mayoría de la gente piensa que para estar deshidratado, tienes que estar practicando ejercicio y no es el caso. La transpiración y sudoración rutinaria, incluso si una persona no está practicando una actividad de alta intensidad, puede conducir a la deshidratación en un día caluroso. Digamos que si estás fuera de la piscina y no ingieres suficiente líquido, un golpe de calor puede hacerte perder gran cantidad de líquido. La clave para prevenir la deshidratación es seguir bebiendo mucho líquido cada día y beber más cuando el clima es caluroso y / o estás haciendo ejercicio. Asegúrate de beber agua incluso si crees que no lo necesitas.

Desafortunadamente, la bebida más consumida al aire libre en el verano – la cerveza – no funciona. En realidad, el alcohol es un diurético, en otras palabras, te hace perder fluidos. Come frutas y verduras ricas en agua. Puedes conseguir agua de productos frescos como la lechuga, la sandía, las naranjas y las manzanas, por ejemplo.

Elige la ropa adecuada. La ropa de colores claros refleja el calor durante los meses de verano. La ropa ligera permite una mejor circulación del aire y ayuda a que el sudor se evapore más rápido durante todo el año. Si practicas ejercicio al aire libre, asegúrate de vestirte con distintas capas para que puedas quitarte la ropa que te pueda dar calor más adelante.

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En resumen, la gran mayoría de los casos de deshidratación que ocurren, especialmente durante el verano, podrían evitarse utilizando un poco el sentido común.

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